martes, 28 de febrero de 2012

Me quedé sin ti.


Me quedé con los besos que nunca te di, con los recuerdos de aquellos momentáneos pero felices ratos.
Me quedé sin una lágrima, todas salieron a pedirte que regresaras.


Me quedé sin aliento al entonar las mil y una canciones, todas a tu nombre, con tu nombre; para ti.


Me quedé con las ganas de hacerte la mujer de mi vida, la que me acompañara hasta el final de mi historia,
la que amaneciera para mí. La mujer dispuesta a causar el fin de mi tinta.


Me quedé con los brazos extendidos,  esperándote durante años.


Me quedé pensándote, recordándote, escribiéndote y sintiéndote en los más íntimos y profundos recuerdos.

lunes, 13 de febrero de 2012

Fotografías.


Es esa inexplicable sensación, ese frío extraño que se apodera de mi estómago y mis manos cuando observo tus fotografías, y me doy cuenta que siempre estuviste ahí, plasmada en un papel.

Fotografías que hasta el día de hoy tienen atrapados mis insomnios, mis ganas de amarte, mis lágrimas por querer abrazarte.

Hoy te escribo y a la vez no, te escribo porque es la única manera de desahogar mis penas, de desahogar todo este gran maldito pero verdadero sentimiento.
Hoy, no sé si seas ésa a la que le dedico mis versos, mi más pura esencia, mi vida.
Hoy quizás me arrepienta de haberte conocido; crudo y real, pero quizás lo mejor fue nunca habernos encontrado.

Supiste engañarme con tus emotivas respuestas a mis eróticos saludos, ésos que venían con intención de amarte más allá del cuerpo, del alma.

Siempre me imaginé formando parte de ésas fotografías por las que todavía sueño, formando parte de tu vida.

Sentado.

Estaba sentado, fumándome un cigarrillo mientras bebía un amargo pero adictivo tipo de licor — Adictivo porque lo preparaba ella — mientras los demás relataban anécdotas del año entre risas fuera de control; yo seguía ahí sentado, observándola, desnudándola con la mirada, sintiéndola.

Estaba sentado por los efectos de aquella extraña pero saciable bebida.

Quería bailar con ella, bailar hasta que nos iluminara el sol, hasta quedarnos sin fuerzas.
Quería demostrarle lo bueno que son mis pies al son de lo romántico, de lo que se siente más que el gélido frío de una noche de invierno, de lo puro y verdadero que sentía en ese momento solo con mirarla.
Quería hacerla mía, lo deseaba.

En un instantáneo parpadear, continuaba en el mismo sofá, ahí sentado. Y aunque a mis ojos les costaba distinguir todo a mi alrededor, a ella podía admirarla con facilidad. Se adueñó de mi mirada, de mí mismo.

Se sentó a mi lado y comenzamos a vivir el inicio de una historia que nunca empezó.

A los pocos minutos desperté. Estaba ahí sentado en el mismo sofá, con la misma muchedumbre a mi alrededor y el mismo tambaleante mareo que me había provocado el amargo sabor a ella.

domingo, 12 de febrero de 2012

Te extraño.


Te extraño, a ti y a lo que éramos.
Te extraño porque sólo tú sabías dibujar una sonrisa en mi rostro;
Te extraño porque supiste llenar mi vacío, el vacío del pasado;
Te extraño porque mi piel te extraña, nos extraña.


Extraño tomarte de la mano y caminar en busca de las estrellas más brillantes;
Extraño decirte al oído lo mucho que te amaba.


Hoy te sigo extrañando a ti, mujer. Sigo extrañando tus suaves y delicadas manos en mi rostro, recordándome que todo estaba bien mientras nos teníamos. Extraño cada lágrima derramada de felicidad, esas lágrimas que con el tiempo se transformaron en dolor, ausencia.
Sigo extrañando cada segundo que se hacía eternidad junto a ti.


Te extraño porque eres única, especial, tan hermosa como una flor y tan sencilla como una mirada.
Te extraño porque aún vives aquí, en un rinconcito de mi corazón, de mi alma y de mis sueños.


Te extraño.

jueves, 9 de febrero de 2012

Dile.


Dile que le amo, que mi voz busca una sola oquedad para quedarme dentro, que mi corazón no late si no tengo cerca su cuerpo, que me falta el aire si no siento su aliento.

Dile que estaré esperando hasta mi último día; que la tendré presente en mis letras y en mis sueños, los únicos lugares donde será mía.
Dile que aún recuerdo cómo su mirada desnudaba mis labios, los hacía invulnerables a rosar su piel.

Dile que la extraño; que me extraño sin ella, sin lo que éramos.
Dile, que sólo me sé si es a su lado, que mis días son fríos y nublados sin su sonrisa que me ilumina, que su voz es la melodía que cobija mis sueños, que me hace falta escuchar que me diga te quiero.

Dile que mi memoria conserva su recuerdo, que mis labios aún saben a sus besos, que mi cuerpo todavía tiene marca de tus caricias y mis ojos han perdido su brillo al no ver más su rostro.

Mejor dínos, dínos cómo podemos simplificar esta agobiante distancia que cada día se hace más fuerte; que cada día que pasa, causa que nuestro amor sea inhóspito, desconocido y frío, pero que a su vez nos reconforta y nos mantiene escrutando el horizonte en busca de algún beso envíado por el viento.

Dile que le extraño, que me hace falta sentir su calor, que el tiempo pasa lento si no está conmigo, que su ausencia ha dejado en mi un vacío, que no encuentro rumbo porque su destino es el que traza mi camino.

Dile que no importa que pase el tiempo, que en el recuerdo de lo que vivimos aún seguiremos siendo, que más que un cariño fue amor verdadero. Anda ve y dile todo esto que siento, no te quedes ni una sola palabra, viento.



Todo un placer haber compartido letras con Ivette, Dolceacido.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Ahogado.

Ahogado de sentimientos, entre oscuros y claros,
como aquella luz que me ilumina en mis noches de penumbra.
Así me encuentro en este momento.

Ahogado tal vez en el pasado, pero estoy seguro que también hoy, en el presente.
Y en el futuro.
Ahogado por siempre.

Ahogado de cosas que aún no logro entender, como ésa extraña cosa al que todos llaman amor.

Ahogado de recuerdos que quiebran mi voz cuando intento pronunciarlos,
recuerdos a los que llamo con nombre y apellido en cada noche mientras observo la luna.

Hoy me siento así, ahogado