Estaba en una camioneta Van de
color blanco junto a algunos compañeros de la universidad, dentro de ésta había
doce asientos sin incluir el del chofer y el copiloto; era espaciosa y muy
fría. Ocupamos algunos puestos con aquellas grandes y coloridas maletas. Iban a
ser los tres más excelentes días para muchos de nosotros. Se podía sentir en
nuestras miradas la euforia y las ganas de llegar rápidamente a nuestro
destino. Durante el camino aprovechamos la oportunidad para recordar parte de
nuestra infancia con algunas viejas canciones; reímos, cantamos, y descansamos
para tener energía durante el día. El pequeño, humilde, pero rico en paisajes
pueblo de Chichiriviche, nos esperaba.
Disfrutamos de un excelente y
relajante paseo en lancha donde observamos aquellas majestuosas y rígidas rocas
gigantes. Se podía sentir en los pulmones aquel exquisito aire con desconocida
procedencia, pero que de alguna u otra manera hacía que sintiéramos tener la
vida en nuestras manos, que apreciáramos todos nuestros sentidos para percibir
tan majestuosos paisajes, para que voláramos con aquellas gaviotas y ésos
coloridos pájaros tan cantarines como las voces más jóvenes de una orquesta.
Esa señorial Cueva del Indio se apoderó totalmente de nuestras pupilas; inertes
jeroglíficos adornaban las grises y marrones sólidas piedras que vestían a la
misma.
Por fin llegamos al cayo.
Caminamos desde un pequeño muelle de madera hasta conseguir un cálido y pequeño
espacio en medio de aquella blanca y suave arena, bajo una gran sombrilla de
diferentes tonalidades y texturas. En un momento me senté a la orilla de la
playa, compartiendo un cigarrillo que tenía en la mano derecha y una fría
bebida alcohólica en la izquierda con una extraordinaria compañía. Ahí me
encontraba yo, escrutando el horizonte y la inmensidad de aquel verde azulado
océano; donde el cielo y el mar se hacían uno, donde el solitario sol, ardía
con más fuerza que nunca en ése despejado cielo; donde las olas se mecían con
aquella brisa firme pero cansada. Ahí me encontraba yo, deleitando mis
extasiados ojos con tan hermosos panoramas que nos brinda la gran Venezuela.