sábado, 20 de diciembre de 2014

Qué difícil

Qué difícil se me hace escribirte. Escribirte en tan poco tiempo. Escribirte como si te conociera desde los pensamientos hasta el alma. Escribirte a ti, hacerte protagonista.

¡Qué difícil! Pero qué agradable y placentero.

Qué difícil se me hace decir todo lo que mis pupilas expresan al verte. Decir, gesticular palabras, emitir sonidos, porque aunque en mis ojos se refleje lo indescriptible, no puede darse por tácito lo que es armonioso al cuerpo.

Qué difícil ser yo, o quizá, un yo que no conocía de mí.

Qué difícil batallar con los sentimientos; con las incógnitas; y con aquellas palabras que llegan a mis oídos tan fácil como si estuviera pidiendo sentencia en el juicio. En el juicio de lo prohibido para muchos, pero lo que hace sentirme yo.

Qué difícil es no herir por algo desconocido, por miedo, por precaución.
Qué difícil es evitar que las gotas se derrumben sobre estas letras, que se desborden en territorio de sentimientos inhóspitos.

Qué difícil es dejar todo a un lado y entregarse por completo a esta nueva sensación. Presente efímero. Futuro incierto.



Qué difícil ser dos.