Tengo que entender que tus besos y abrazos no me pertenecen, que tu cuerpo
y el mío no se complementan.
Tengo que entender que todo esto fue una ilusión, una historia que yo mismo
escribí e intenté vivir al máximo, sólo.
Tengo que entender que eres así y no puedo cambiarte; y así te quise, te
quiero. Quién sabe si seré lo suficientemente fuerte para dejarlo de hacer
algún día.
Tengo que entender que lo mejor que podemos tener en común es la distancia.
A veces tengo que entenderte, y lo hago. Es difícil aceptar todo esto pero
más difícil es escribir estas líneas para despedirme de ti.
Tengo que entender que aunque te recuerde a diario, no estás, ni estarás.
Tengo que entender que todas las pequeñas insinuaciones fueron juegos; para
mí no tanto, para ti, por supuesto que los fueron.
Tengo que entender, pues, que solo eres un capricho. Un capricho que se
sumerge en mis sueños, cuando sueño, para mantenerme viva la ilusión de seguir
sobreviviendo en esta historia. Un capricho que también es insomnio; que me
atormenta de la mejor manera posible; que hace que me olvide de mí por completo
para pensar en nosotros. Un insomnio para saborearme los labios e imaginar que
estás conmigo, que somos uno.
Ahora te pido que me entiendas tú a mí. Las razones de este hasta luego ya
las conocemos de principio a fin, al revés y al derecho.
Dejaré de soñarnos, de escribirnos, de contarnos como unidad, de hacernos
poesía.
Tengo que entendernos como lo que siempre fuimos y seguiremos siendo: nada.
Permíteme entender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario