Ella era alegría, que pronto se convertirá en
tristeza.
Ella era delicada, tan suave y hermosa como la rosa
más roja de nuestro jardín; pero tan hiriente como sus propias espinas.
Ella era tan dulce que sus besos me empalagaban,
pero que con su adictiva saliva saciaba mi sed.
Ella era delgada; mis manos cubrían las curvas de
su cintura, apretaban y sentían su delirante abdomen.
Ella era mi tiempo, por lo tanto, mi vida.
Ella era ésa mujer por la que estaba dispuesto a
dibujar un castillo para convertirla en mi princesa.
Ella era silencios ensordecedores, pero llenos de
respuestas. Respuestas que no encontraba ni en mí mismo.
Ella era, es, y seguirá siendo; aunque ya no
conmigo, pero sí dentro de mí.
En lo más profundo de mi corazón, de mis anhelos y deseos.
En lo más profundo de mi corazón, de mis anhelos y deseos.
Ella está ahí, presa.
Ella era y será motivo de mis sonrisas.
enamorada de tus letras!
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