Me quedé con los
besos que nunca te di, con los recuerdos de aquellos momentáneos pero felices
ratos.
Me quedé sin una lágrima, todas salieron a pedirte que regresaras.
Me quedé sin
aliento al entonar las mil y una canciones, todas a tu nombre, con tu nombre;
para ti.
Me quedé con las
ganas de hacerte la mujer de mi vida, la que me acompañara hasta el final de mi
historia,
la que amaneciera para mí. La mujer dispuesta a causar el fin de mi
tinta.
Me quedé con los
brazos extendidos, esperándote durante
años.
Me quedé pensándote,
recordándote, escribiéndote y sintiéndote en los más íntimos y profundos
recuerdos.
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